Dani está
triste. Desde que se cayó, nadie quiere jugar con él en el parque. Todos miran
pero nadie se acerca.
Agarrando
fuertemente las pequeñas manitas de sus hijos, las madres contemplan, atónitas,
cómo el asiento vacío del columpio se balancea en un vaivén incesante.
Dani, triste,
vuelve a impulsarse.
Me alegro que este relato haya ganado. Lo merecías.
ResponderEliminarBesitos.
Por la mínima, pero me hizo mucha ilusión. Gracias, Olga. Muchos besos.
ResponderEliminarOh, Matrioska, me has conmovido con 50 palabras, al final no pude aguantar un sollozo.
ResponderEliminarSí es tristón, sí. :) Muchas gracias, Marcos.
EliminarMe encanta. Está en su punto, como el buen manjar.
ResponderEliminar:) Muchas gracias por tu simpático comentario, corsario.
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