27 junio 2014

Lira ire

Ronca a su lado despreocupado. Irradia una perversa oscuridad que les envuelve. Le ha pedido que se marche. No hay terceras personas, simplemente quiere estar solo. Eso dice. Él nunca ha sabido estar solo y ella lo sabe. Es su tercera mujer y sospecha que pronto habrá una cuarta. Después vendrá una quinta.
Con la mirada pétrea adherida a ningún sitio, fantasea. Podría levantarse, ir a la cocina, coger un cuchillo y clavárselo tantas veces como mentiras le ha contado. Amanece. Antes de irse echa una última mirada a la cama. No se ha levantado. Ni se levantará.

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