05 abril 2015

Que te vaya bonito

Golpean la puerta. En el interior la atmósfera es limpia y soleada, se respira armonía, serenidad. Aporrean de nuevo. Aunque deseo gozar de la quietud del momento, abro la puerta. Entra como una exhalación, apenas sí le veo la cara. Atropelladamente salen de su boca palabras inconexas que no consigo entender. Con voz queda pregunta si quiero compartir mi casa. No, mi refugio no, pienso. Antes de darme cuenta irrumpe por todas partes, abriendo y cerrando puertas, cajones… La confusión me sacude. Llega decidido a la cocina. Intuyendo su hambre le ofrezco algo de comer que no rechaza. Devora. Ahora que por fin veo su cara le contesto que sí, después de todo podría no ser tan mala idea. Se levanta resuelto y cuando ya está en el umbral de la puerta me dice que se va, que solo había entrado para gozar de una buena comida. Se aleja haciéndose cada vez más pequeño. Cierro los ojos y en mi mente se forma con luz de neón una palabra. Bumerán. 


2 comentarios:

  1. !Qué bien, en tan poco lo dices todo!
    Me ha encantado. Un beso.

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  2. Gracias, Maite, es un placer verte por aquí. Muchos besos.

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