El caso es que
estaba a gusto. Lo que escamaba al Espantapájaros
eran las miradas ávidas de aquellas singulares gentes.
Paulino nunca
tuvo muchas luces. Con seis años se subió al campanario de la Iglesia de San
Saturio para, según su posterior y convulsa explicación, espantar a las
cigüeñas. Objetivo que logró gracias al estruendo que provocó su monumental
batacazo.
Están los que
afirman que fue aquella tontuna la que agravó su ya sobresaliente carencia de
luces. Los más pensamos que, gracias a ella, al chico se le colocó algo la
mollera permitiéndole, mal que bien, subsistir.
Si todos los
tontos tienen suerte, Paulino no iba a ser la excepción. En una de sus interminables
jornadas ganduleando en la tasca de Herminio y, apurando para ello al máximo
todas sus entendederas, rellenó y selló un boleto de la primitiva que resultó
premiado. Huelga decir que le salieron amigos hasta de debajo de las piedras
llegados, en su mayoría, de sucursales bancarias de toda la provincia que le
urgían a invertir los muchos cuartos ganados.
Pero pasaba el
tiempo y Paulino seguía sin sacar un solo billete del apolillado colchón. No
fue, hasta pasados cinco años, cuando Braulio le habló de una república en el
Amazonas donde vivían tribus cuyas mozas iban desnudas y donde, practicando
magia, conseguían atraer la lluvia a placer. A Paulino se le abrieron los ojos
de par en par. Días después, vació el colchón, hizo la maleta y se marchó.
Tras una intrincada
exploración, consiguió dar con una de aquellas tribus. Sus féminas nadaban despreocupadas
en el gran río. Se acercó hacia ellas exultante. Minutos después estaba allí,
chapoteando en una especie de gran puchero, con el agua cada vez más calentita
y con aquellas buenas gentes alrededor escudriñándole con esa extraña expresión
en los ojos.
Juerrrrrrr con el pobre Paulino. Me imagino que le vaciaron antes los bolsillos. Porque tengo entendido que la tinta del papel moneda es bastante tóxica, sobre todo para los delicados estómagos de estas bellas gentes acostumbrados a la vida y los alimentos naturales...
ResponderEliminar¡Of course! Estos no se llevan a la boca cualquier cosa.
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