Anochece y un
escalofrío atraviesa la espalda erizando la nuca. Es la ancestral alarma que
alerta de su fantasmal presencia. No se dejan ver, pero acechan vigilantes en
la espesura. Están de caza y tú eres la presa. Son espíritus del bosque,
siluetas plateadas aullando en lo alto del risco.
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