Dicen que las
aguas anegaron todo. Que en aquella fría madrugada la riada se llevó por
delante casas, bestias y hombres. Dicen que nuestros cuerpos sin vida reposan
en el fondo del manso lago. Se equivocan. ¡Aún vivimos! ¿Quién, si no, hace tañer
las campanas las noches de San Juan?
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