El ladronzuelo
se escabulle como una lagartija entre las alcantarillas. Los esbirros del
gobernador toman posiciones. Una vez devora el mendrugo robado, asoma confiado
por el colector. Un garrotazo hace estallar su cabeza. ¡Así limpiamos la ciudad
de ratas! Gritan a la vez que arrastran el pequeño cuerpo sin vida.
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