«No podrá ser, mamá. Tal vez la próxima
semana».
Cierra sus octogenarios ojos y musita
para sí la nana con la que antaño les dormía y apaciguaba sus temores. Ninguno
acudirá. Ninguno añadirá más al libro concluso que compone su vida y en el que
solo ellos fueron protagonistas principales. En silencio, y con un leve suspiro
como última palabra, culmina su obra en soledad.
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