Tras el fuerte golpe,
consigo abrir los ojos. Tirito. Finas gotas impactan contra mi visera
agrupándose y formando regueros fugaces. Intento incorporarme. El reconfortante
repiqueteo del agua sobre el casco eclipsa las sirenas hasta hacerlas
desvanecer. Adormecido, siento cómo el dolor, el frío y el miedo, dulcemente me van abandonando.
Muchas gracias, Julio David, tanto por el comentario como por tu visita. Un saludo.
ResponderEliminarHola. No sé como he llegado hasta aquí. Pero me gusta leerte.
ResponderEliminarUn beso.
Jajaja. Gracias, Wayra, parece que el destino nos une. :) Un beso.
ResponderEliminar"Tras el fuerte golpe, el reconfortante repiqueteo del agua el dolor, el frío y el miedo, dulcemente me abandonan."
ResponderEliminarUn final tremendo y a la vez, tan dulce. Eres genial. Besos a esgalla.