Tras una
intrincada exploración, halló una de aquellas tribus. Sus féminas,
despreocupadas, nadaban en el gran río. Se acercó exultante. Minutos después allí
estaba, chapoteando en una gran bañera, con el agua cada vez más calentita y
con aquellas buenas gentes alrededor escudriñándole con esa enigmática
expresión en los ojos.