Paciente,
espera ver el carruaje del corregidor pasar. ¿Y si hoy le mira? No lo hará.
Nunca lo hace. Pero él sí la verá. Después, embobado, volverá sobre sus pasos esparciendo
con sus pies descalzos los regueros de aguas fétidas de orines que calmarán sus
sabañones. Tal vez mañana… Fantasea.